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DISPLASIA DEL DESARROLLO DE LA CADERA

El diagnóstico de displasia de cadera se refiere a las anormalidades del desarrollo de la articulación, en las cuales la cápsula, la porción proximal del fémur y el acetábulo muestran defectos; e incluye distintas variedades clínicas con varios grados de severidad.


La primera descripción se atribuye a Hipócrates, quien hacía el diagnóstico diferencial de las luxaciones al nacimiento de las traumáticas. A partir de 1940, los avances en el conocimiento permitieron el diagnóstico precoz e hicieron factible contar con procedimientos más efectivos para su tratamiento.


Las alteraciones de los componentes osteocondrales son dinámicas, ya que responden a las fuerzas biomecánicas. Lo que significa que al restaurarse las relaciones articulares normales, los cambios anatómicos son reversibles. Así mismo, cuanto mayor tiempo permanezca luxada la cadera, mayor será el grado de deformación del acetábulo, porción proximal de fémur, cápsula y tejidos blandos.


Con la reducción y restauración de la presión concéntrica de la cabeza del fémur dentro del acetábulo, el techo se osifica y vuelve a desarrollar, especialmente en los primeros 2 años de vida.


De ahí la importancia de la detección temprana para instituir un tratamiento oportuno que resulte en menores complicaciones, entre las que se encuentran: necrosis avascular (muerte de la cabeza femoral), acortamiento de la extremidad, deformidad severa de la articulación que conlleve a una artrosis temprana (desgaste de la articulación) con dolor y limitación funcional.


Es importante detectar los factores de riesgo, los cuales son: contar con antecedente familiar de dicha patología, ser el primogénito, sexo femenino, presentación pélvica (que venga sentado el bebé durante el embarazo), oligohidramnios (poco líquido amniótico), peso mayor 4Kg al nacimiento, entre otros.


En este caso, si se detecta algún factor se considera una cadera de riesgo y la ausencia de datos positivos en una radiografía inicial no descarta la existencia de displasia. Por lo que estamos obligados a realizar exploraciones seriadas de las caderas al nacer, a las 6 semanas, 3 meses, 6 meses, 9 meses y al año de edad.


La cadera del niño en crecimiento constituye una estructura biológicamente dinámica. El objetivo final del tratamiento es hacer de la cadera displásica una cadera normal anatómica y funcionalmente, es decir, alcanzar la restitución morfológica hasta límites que garanticen mecánicamente una buena función articular.


Si tienes duda ¡no esperes más! Cuanto antes se descarte displasia en tu bebé, o en su caso, se inicie un tratamiento adecuado, mejorarás su calidad de vida para el futuro.






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